Un montón de cemento, 200.000 toneladas, que cruzan el charco para desembarcar en Brasil y regresan de nuevo a muelles gallegos por defectos del producto. Esa es la escena que dibujan los sindicatos y que afectó a una de las cementeras de cabecera del noroeste peninsular, Cementos Cosmos, con planta en Sarria (Lugo) y Toral de los Vados. Fue en esta última donde se produjo el clínker, el componente básico del cemento, y el resto de la carga que regresó a León, según relata Francisco López, del sindicato CIG y ex presidente del comité de empresa de Oural.
Las 200.000 toneladas de producto estaban destinadas a abastecer las fábricas suramericanas de Votorantim, el gigante brasileño que controla Cosmos y que despliega su negocio cementero por Estados Unidos, Bolivia o Brasil con más de 50 plantas en funcionamiento. El cemento se cargó en el puerto de A Coruña y fue devuelto al lugar de donde salió por su “baja calidad”, según relata López.
Nostalgia de la materia prima gallega
La peripecia no dejaría de ser una anécdota, un defecto de fabricación, si no fuese por el convulso escenario que rodea a las fábricas de Oural y Toral de los Vados desde que Votorantim decidiera aplicar un ERE, vaciar la panta gallega --donde trabajan ahora apenas una veintena de empleados-- y llevar la producción a la fábrica de El Bierzo.
A pesar de la decisión, Cementos Cosmos añora la caliza de la cantera de Vilavella, en el municipio de Triacastela, que abasteció durante años a Oural. Desde que dejó prácticamente paralizada la planta gallega, la compañía acumula problemas para extraer el producto lucense. De hecho, la cantera no cuenta actualmente con licencia municipal para su explotación y los colectivos ecologistas agrupados en contraMINAcción han presentado una denuncia contra Cosmos por continuar extrayendo caliza.
La materia prima de Triacastela, y esta es la clave, es de gran calidad e incluso permite hacer cementos especiales por el alto nivel que marcan los análisis en los laboratorios de la fábrica.
Las 200.000 toneladas de producto estaban destinadas a abastecer las fábricas suramericanas de Votorantim, el gigante brasileño que controla Cosmos y que despliega su negocio cementero por Estados Unidos, Bolivia o Brasil con más de 50 plantas en funcionamiento. El cemento se cargó en el puerto de A Coruña y fue devuelto al lugar de donde salió por su “baja calidad”, según relata López.
Nostalgia de la materia prima gallega
La peripecia no dejaría de ser una anécdota, un defecto de fabricación, si no fuese por el convulso escenario que rodea a las fábricas de Oural y Toral de los Vados desde que Votorantim decidiera aplicar un ERE, vaciar la panta gallega --donde trabajan ahora apenas una veintena de empleados-- y llevar la producción a la fábrica de El Bierzo.
A pesar de la decisión, Cementos Cosmos añora la caliza de la cantera de Vilavella, en el municipio de Triacastela, que abasteció durante años a Oural. Desde que dejó prácticamente paralizada la planta gallega, la compañía acumula problemas para extraer el producto lucense. De hecho, la cantera no cuenta actualmente con licencia municipal para su explotación y los colectivos ecologistas agrupados en contraMINAcción han presentado una denuncia contra Cosmos por continuar extrayendo caliza.
La materia prima de Triacastela, y esta es la clave, es de gran calidad e incluso permite hacer cementos especiales por el alto nivel que marcan los análisis en los laboratorios de la fábrica.